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Sed de ética

Es un valor central de la sociedad velar por los niños, pero en América Latina el 58 por ciento de ellos vive por debajo de la línea de pobreza, el 33 por ciento de los menores de dos años están desnutridos y crece el número de niños que viven en las calles en total desamparo.

La equidad es un valor de nuestra civilización; sin embargo, América Latina es la región más desigual de todo el planeta. El 10 por ciento más rico tiene 84 veces el ingreso del 10 por ciento más pobre.

La protección de la familia es un valor central, pero en los hechos la pobreza está destruyendo a diario numerosas familias y madres solas están a cargo del 30 por ciento de los hogares en América Latina. Las tasas de mortalidad materna de esta región son cinco veces las del mundo desarrollado.

Según Bernardo Kliksberg, coordinador general de la Iniciativa Interamericana sobre Capital Social, Ética y Desarrollo del BID, estos lamentables datos dan muestra de la magnitud de los desafíos éticos que enfrenta la región. “Frente a los agudos problemas de pobreza y desigualdad que presenta América Latina, valores éticos básicos tales como la responsabilidad de los unos por los otros, la sensibilidad frente a la pobreza, el respeto profundo a la dignidad del pobre, la sensación de urgencia frente a los daños irreversibles que causa la pobreza y ayudar al otro de manera tal que no necesite más ayuda, deberían orientar el diseño de políticas y los esfuerzos por el desarrollo”, dijo Kliksberg en un encuentro internacional sobre Ética y Desarrollo: Los nuevos desafíos. Organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo del 1 al 3 de septiembre en Tegucigalpa, Honduras, el evento despertó amplio interés en todos los sectores de la sociedad y atrajo a más de 400 participantes que siguieron las propuestas de expertos, ministros, eminentes intelectuales y líderes religiosos y representantes del sector privado y de la sociedad civil.

En la reunión, Kliksberg presentó la Iniciativa, la cual reúne al BID, al Gobierno de Noruega y a 15 centros académicos para ampliar el debate ético en la región e impulsar temas como la responsabilidad social de la empresa, el voluntariado y las grandes concertaciones sociales para enfrentar la pobreza. La iniciativa busca impulsar el fortalecimiento tanto de los valores éticos como del capital social de los países de la región, aspectos que están profundamente interrelacionados y se potencian mutuamente. La experiencia internacional indica que los países con más capital social y valores éticos han tenido mejores resultados en términos de desempeño económico, calidad de vida y maduración democrática.

El debate sobre ética y desarrollo. En la apertura de la reunión convocada por el BID conjuntamente con los gobiernos de Honduras y Noruega, el presidente del Banco Enrique V. Iglesias —acompañado por el presidente de Honduras Carlos Flores y el arzobispo de Tegucigalpa cardenal Oscar Rodríguez— señaló que “hay hambre de ética en el mundo”.

“La recuperación de la democracia que hemos vivido en América Latina ha traído en particular una demanda de mayores valores éticos”, dijo Iglesias. “Las comunidades juzgan las acciones de los funcionarios, los empresarios y las organizaciones internacionales. La sociedad civil, una de las grandes fuerzas en los años que vendrán, incrementará las demandas éticas.

“Hay también hambre de solidaridad”, añadió Iglesias, quien destacó la importancia del desarrollo de un fuerte capital humano y social en la región como valor en sí mismo y para apoyar el progreso económico y el afianzamiento democrático de los países.

El presidente Flores planteó a continuación que además de recursos y oportunidades la región necesita una mayor comprensión internacional frente a las difíciles realidades que vive. Insistió en que hay que ver “lo que podemos hacer con lo que tenemos” y no aplicar automáticamente modelos o recetas de otras latitudes. Flores agregó que el desarrollo no es ético cuando no se ocupa de la brecha que separa a 80 por ciento de la población mundial con carencias agudas del 20 por ciento con sus necesidades satisfechas.

El cardenal Rodríguez se preguntó “¿Donde está la mala conciencia por lo que está pasando (con los pobres)?”, y manifestó que hay una necesidad apremiante de fomentar una ética aplicada, una necesidad de crecer en humanismo (vea enlace a la derecha para leer otras reflexiones del cardenal sobre el tema).

Participaron también en la ceremonia inaugural en la sede del Banco Centroamericano de Integración Económica, el presidente del BCIE Pablo Schneider y el embajador Jan Erik Leikvang del Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, quien dijo que la equidad, la inclusión y la participación social deben constituir un imperativo ético central de la agenda para el desarrollo. El representante del BID en Honduras, Helge Semb, previno contra el economicismo y dijo que los acuerdos económicos básicos no son un fin en sí mismos sino un medio para lograr una mejor calidad de vida.

Dimensiones de la ética. El encuentro se desarrolló en tres etapas de análisis. La primera fue la relación entre ética y economía; la segunda, la relación entre ética y salud, educación y el cuidado del medio ambiente; y la tercera, el planteo de la situación de los niños y los excluidos.

Entre los principales invitados al encuentro se contaron la vicepresidenta de Costa Rica, Astrid Fischel, quien presentó los resultados del Triángulo de la Solidaridad, iniciativa costarricense que articula voluntades, esfuerzos y recursos de los gobiernos nacionales y municipales, empresas y comunidades para iniciativas de desarrollo con una visión compartida. Con este programa han surgido más de 3.000 proyectos de desarrollo.

María Teresa Szauer, directora de Desarrollo Sostenible de la Corporación Andina de Fomento, resaltó el enfoque de desarrollo sostenible como alternativa ética frente a los problemas globales del medio ambiente. Dijo que el desarrollo debe tratar de aunar los aspectos ambiental, económico y social e impulsar la capacidad de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las futuras.

El politólogo Javier Sanín se refirió a la necesidad de buscar nuevas formas para la participación y compensación de quienes, aun en las democracias y constituyendo muchas veces mayorías, no están representados y se encuentran fuera del sistema político, tales como los niños y jóvenes hasta los 18 años. Rescató también la importancia de respetar los derechos a la multiculturalidad y de los grupos étnicos, regionales, generacionales y los temas de género. Dijo que hay que terminar con políticas públicas pobres para los pobres y, con una nota de escepticismo, agregó que los códigos éticos solos no resuelven la situación.

Bianor Scelza Cavalcanti, director de la Escuela de Administración Pública de la Fundación Getulio Vargas de Brasil, planteó rutas nuevas de pensamiento en temas que van de la lucha de la ética pura al planteo de países como Brasil, que rompió acuerdos de patentes, seguido por Sudáfrica, para poder proporcionar a cinco millones de personas con SIDA medicamentos para prolongar la vida. Cavalcanti propuso que dichas acciones representan un triunfo de la ética aplicada en el mundo actual.

Carlos Aníbal Degrossi, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, presentó un cálculo de la importancia económica de la ética. La ética no es solamente un fin en sí mismo, dijo, porque los países que desprecian la ética suelen ser menos eficientes micro y macroeconómicamente.

La reunión contó con los auspicios del Banco Centroamericano de Integración Económica y también de la Corporación Andina de Fomento, la Universidad Nacional y la Universidad Católica de Honduras.

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