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Mejorando nota a nota

Caminando por Sabana Grande, en Caracas, es imposible evitar el bombardeo de sonidos de reggeton y salsa de los puestos de los vendedores ambulantes de CDs piratas.

Esta cacofonía que caracteriza al ambiente urbano de Caracas es muy diferente a los sonidos que se escuchan en la escuela de música Montalbán, el corazón de la celebrada Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV).

La FESNOJIV nació hace 30 años de la visión innovadora del economista, político y músico venezolano, José Antonio Abreu, y representa un esfuerzo para mejorar las vidas de jóvenes venezolanos de bajos ingresos por medio de oportunidades artísticas e intelectuales que normalmente están fuera de su alcance.

Mientras Caracas es el eje cultural del país, en esta ciudad residen la mayoría de las orquestas juveniles e infantiles, el sistema tiene alcance nacional y actualmente incorpora 250.000 niños en zonas rurales y urbanas en cada uno de los 24 estados del país. Venezuela cuenta con 125 orquestas juveniles, 57 orquestas infantiles y 30 orquestas sinfónicas profesionales de adultos.

La música como herramienta de desarrollo

Aunque la FESNOJIV ha producido algunos músicos clásicos venezolanos reconocidos, la cultivación del talento musical no es la meta principal del programa. Su mayor objetivo es fomentar el desarrollo social y humano a través de la educación musical, inculcandoles a los niños nociones de responsabilidad, trabajo duro, respeto y sacrificio. El programa espera que estas calidades se transladen a todos los otros aspectos de sus vidas, incluyendo el desempeño escolar.

La orquesta puede ser una intervención dramática en las vidas de los jóvenes, especialmente para los que vienen de centros de detención juveniles, de la calle o de hogares fragmentados, o simplemente puede representar una descarga creativa de la dureza de la vida cotidiana en los barrios. Independientemente de sus orígenes, la orquesta les ofrece a los jóvenes una salida de la marginación y su impacto en la auto-estima de los participantes no puede ser ignorada.  

El sistema tiene una conexión profunda con el desarrollo humano en las comunidades más pobres y por eso forma parte del Ministerio de Sanidad y Desarrollo Social venezolano, que lo financia con US$29 millones al año. De igual forma, el BID ha apoyado distintos aspectos de la iniciativa musical desde 1997, incluyendo la construcción de un edifico, la capacitación de docentes y el fortalecimiento institucional.

No necesitan experiencia

La experiencia musical no es un requisito pero sí lo es el deseo genuino de participar. Los ensayos normalmente duran entre tres y cuatro horas al día, seis días por semana.

La FESNOJIV acepta a todos, algunos empiezan cuando apenas tienen dos años, pero la demanda ha crecido tanto que muchos que quieren entrar van directamente a la lista de espera. A los niños les dan instrumentos gratis y empiezan a tocar desde el primer día. Si el violín no es lo suyo, les dan una viola y siguen así, tratando varios instrumentos para encontrar lo más adecuando para el niño. Todos tienen la oportunidad de ser exitoso y a nadie le botan. 

Eliecer Sánchez, el coordinador musical de la FESNOJIV, compara la participación en la orquesta con un proceso de selección natural, y afirma que todos los estudiantes se benefician de la experiencia, aunque no todos tengan el don de la música.

Sin embargo, para los que tienen talento, la orquesta puede abrir puertas que antes no se esperaban. Por ejemplo, Luis Ibarra y Anthony Vivas empezaron a tocar el violín en la orquesta infantil y ahora son profesores de música en Montalbán. También, Luis está estudiando la educación musical en la Universidad Central de Venezuela y, en ambos casos, la música se ha convertido en una carrera para los dos.

Emoción en el aire

La estructura organizacional de la FESNOJIV es descentralizada, con núcleos dispersos a través del país, algunos más provisionales que otros. Para consolidar las actividades de la fundación se esta construyendo una sede nueva en Caracas, con financiación parcial del BID. Se llamará Centro de Acción Social por la Música y contará con espacio de ensayo para hasta 4.000 estudiantes, varios teatros, incluyendo un espacio al aire libre para conciertos y pasillos llenos de cuartos insonorizados. También cuenta con la tecnología digital para tener talleres, discusiones y ensayos con gente en otros partes del mundo.

Paseando por el centro, aun en construcción, hay un palpable entusiasmo y emoción que emana de todos los miembros del equipo, desde Igor Lanz, el director del programa, hasta varios ingenieros que trabajan en la construcción del edifico.

Semejantemente, uno siente esta aura de entusiasmo en la escuela de música Montalbán, tanto con los niños chiquitos, quienes apenas están aprendiendo a sujetar sus instrumentos, como en los espacios más grandes donde tocan los adolescentes de la orquesta juvenil.

Mirando al futuro

Con casi 10 años trabajando con este especial sistema de música venezolano, el BID ha hecho un nuevo acuerdo con la fundación y el proyecto— “Apoyo a la Acción Social por la Música”—es uno de las seis nuevas iniciativas del programa de préstamos para Venezuela para el 2006.

Este apoyo renovado es un testimonio al éxito de la orquesta en fomentar el desarrollo social en Venezuela.

Para la FESNOJIV una de sus actuales metas es expandir el sistema y crear más centros regionales como Montalbán en el país. Además, están considerando planes para integrar el programa musical con el sistema de educación público.

Mientras tanto, niños del barrio seguirán tocando en las orquestas, algunos destinados a ser primeros violinistas y otros simplemente mejoraran sus vidas a través de la música.

 

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