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No hay donde ahorrar

“Los pobres no sólo quieren ahorrar”, comentó recientemente Loic Sadoulet de la Université Libre de Bruxelles en una conferencia en la sede principal del BID, “sino que quieren ahorrar mucho”. Ellos prefieren el ahorro al crédito, explicó, y ahorran por las mismas razones que todos ahorramos: para educación, bodas, jubilación, períodos de escasez, emergencia de salud o personales.

Pero por lo general, los pobres no cuentan con sitios seguros y confiables donde ahorrar. Para ellos, ahorrar es riesgoso. Según una encuesta reciente de MicroSave, los ahorristas más pobres en América Latina no ganan intereses sobre sus ahorros, sino que incluso pierden un promedio del 22 por ciento de sus ahorros debido al uso de mecanismos informales. Sin embargo, el 100 por ciento de los ahorristas más pobres entrevistados utilizan estos mecanismos.

Si los pobres pierden gran porcentaje de sus ahorros en mecanismos informales, ¿por qué no usan instituciones de ahorro formales? “Las instituciones de ahorro formales son casi siempre inaccesibles para ellos”, dijo Sadoulet. “Los costos de transacción tienden ser prohibitivamente altos para los pobres por muchas razones, como la distancia geográfica, horarios inconvenientes, saldos mínimos muy altos y requisitos y trámites dificultosos, por nombrar unos cuantos.”

Los pobres tienen relativamente mayor acceso a los mecanismos de ahorro semi informales, tales como las instituciones microfinancieras y las uniones de crédito, pero ellas también tienen sus problemas. “Las microfinancieras tienden ser seguras, pero son relativamente inflexibles”, señaló Sadoulet. “Tienen regulaciones parecidas a los bancos formales tradicionales, que no se aplican a una típica microfinanciera”.

Las uniones de crédito son flexibles y seguras, añadió, pero requieren de gran infraestructura , incluyendo la capacidad de administración para manejar un gran número de pequeños depósitos, además de fuerte regulación. “Esto ha limitado su expansión” sostuvo Sadoulet, “particularmente en áreas remotas”.

Los mecanismos de ahorro informal son entonces la única opción para muchos pobres: la opción más accesible es también la más riesgosa.

“Los mecanismos de ahorro informal no sólo ofrecen tasas de retorno negativas, sino que puede que no tengan liquidez inmediata, son vulnerables al robo y son inflexibles”, dijo Sadoulet. “Los pobres guardan su dinero a través de acumulación de bienes, pero frecuentemente son vulnerables al robo y a los shocks. Si usan colecciones de depósito, los cuales se guardan como depósitos individuales fuera del alcance inmediato de los ahorristas—ganan flexibilidad, pero están sujetos a seguridad riesgosa y costos altos. Los sistemas de ahorro en grupo, tales como el sistema donde miembros de un grupo contribuyen regularmente una suma fija a la alcancía de la comunidad para luego ser distribuida a cada miembro a cambio, son seguros y baratos, pero no son muy flexibles”.

Sadoulet sostuvo que las instituciones financieras internacionales pueden ayudar a mejorar el panorama de ahorros para los pobres, apoyando programas que reduzcan los costos de transacción a los clientes y aumenten este recurso, incorporando transparencia y costos de operación reducidos que permitan retornos positivos.

Antes que nada, propuso Sadoulet, las instituciones financieras internacionales deben enfocarse en construir la capacidad de supervisión y manejo. Luego, deben financiar el desarrollo de nuevos productos de ahorro flexible y mecanismos de servicios. Finalmente, deben apoyar la planificación de políticas y desarrollar un marco regulador, así como también mejorar la recolección de información y los esfuerzos de diseminación, incluyendo la creación de centros de crédito.

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